

México y petróleo en el siglo XXI (Cuarta entrega). Memorias del Planeta. Un episodio geopolítico
Economía y Finanzas 27 mayo, 2020 Abdiel Hernández Mendoza

Como se mencionó en entregas anteriores, apostar por una permanencia del precio del petróleo alta o baja es jugar contra la historia del proceso civilizatorio que enmarca al hidrocarburo, pues éste responde a diferentes circunstancias y es preciso el distanciamiento temporal para comprenderlo, no basta el mero acontecimiento. La semana del 18 de mayo se observó que los precios a nivel mundial se comenzaron a recuperar por situaciones geopolíticas y del aumento en el consumo chino e indio.
Es importante, en este sentido, dejar claro que cada decisión en torno a la energía es una decisión geopolítica, pues con ella se cambian los escenarios de posibilidad e incluso los rumbos que se tenían marcados. Tanto las fuentes tradicionales (carbón mineral, petróleo y gas) como las alternas a éstas (hidráulica, nuclear, eólica, geotérmica, solar y de más fuentes mal llamadas limpias)[1] se encuentran en el campo de disputa técnico-empresarial.
Dicha confrontación existe en todas las etapas del ciclo de producción energética, desde la localización de los espacios de donde se va a obtener hasta la identificación del mercado final. En el caso del petróleo, esto último acarrea y dinamiza todo el ciclo: sí el consumo se reaviva, la constante en la producción tiende a recobrar su ritmo acostumbrado. No será sorpresa si los inventarios petroleros comienzan a caer en el corto plazo; sin embargo, esto confirma la lección de no dar por hecho dos cosas: un precio fijo para el hidrocarburo y que el petróleo ha visto aún la luz al final del túnel.
En las últimas fechas se ha escrito y debatido mucho sobre el futuro del petróleo como se hizo en la década de los setenta con la larga lista de literatura que se comenzó, desde entonces, a desplegar para anunciar el fin del petróleo como fuente de energía; sin embargo, la confrontación entre Rusia y Arabia Saudita, previa al hundimiento del precio el 20 de abril de 2020, dejó ver que hay una vastedad del recurso a explotar y un potencial guardado en el Caribe, en Alberta (Canadá), en el Orinoco (Venezuela), en aguas profundas y ultraprofundas, así como en arenas y rocas de lutita, de cuales aún se buscan nuevas teorías sobre su origen.
Esto no significa que la estrategia deba volcarse de nuevo a la potencialidad calorífera y eficiencia energética del petróleo; por el contrario, la propuesta siempre será disminuir el consumo total de energía sin importar su origen. Pero habrá que hacer caso a la frase adjudicada a Sebastián Brandt, misma que retomó Martí Lutero: “No tirar al niño con la bañera”. ¿A qué me refiero? A la necesidad de transitar en la matriz energética a otro orden, no se debe caminar al vacío. En el caso mexicano, Pemex sólo sobrevivirá como Pemex y no como Petróleos Mexicanos, es decir, como una empresa de cohorte energético que incluya al petróleo y a las demás fuentes de energía.
[1] No hay energía limpia, todas impactan con más calor al planeta, pues utilizan componentes agresivos con el ambiente, son invasivas en los territorios en que se ubican y causan problemas sociales.